miércoles, 28 de octubre de 2009

Capítulo 19: Despiértame.


-Me sigue pareciendo una mala idea.
-Oh, venga, no digas tonterías.
Marina arrastró a Ángel cogido de la mano hacia en el interior del edifcio de medicina. Al entrar dejaron en un pequeño rincon los paraguas empapados a causa de la gran lluvia producida por la tormenta que envolvia la universidad.
-Al menos aquí se está bien-Dijo él obersvando el interior.
Marina siguió avanzando seguido por él, subieron las escaleras hasta llegar al segundo piso, después se deslizaron pro el pasillo hasta llegar a la última clase.
-Según Irene es esta.
-No va a estar...-Ángel se quedó callado al ver la puerta abierta- No jodas...
-¿Cómo han podido dejarla abierta?
-Creía que por las tardes cerraban las aulas.
-Quizás haya alguien...
Ángel miró a Marina preocupado.
-Vámonos Marina.
-Yo no me voy a ninguna parte.-Contestó ella testarudamente mientras se quitaba de la cara el pelo rubio ahora escurecido al estar mojado.
Marina entró sin dudar, no había venido aqui para nada en medio de una tormenta, y ya no era tan sólo por Joel, sino que ella también era una de las principales sospechosas, quería arreglar todo contra antes. Ángel sin otra opción siguió a Marina. Entraron a una zona más grande de lo que se solía ver en el instiuto, habían camillas por todas partes separadas por cortinas totalemnte blancas, habíar armarios, vidrieras, estanterias...todas llenas de intrumentos que ni Ángel ni Marina conocían.
-Es un poco macabro.
-A mí me gusta-Contestó Marina.
Los dos empezaron a dar una vuelta mientras observaban delicadamente cada parte de la sala, Ángel se acercó a la ventana y obeservó el campus, bañado totalmente en una niebla expesa, miró el cielo ahora encapotado, un cielo gris frío y triste que dejaba caer sus lágrimas en forma de gota; miles de gotas caían chocando con violencia contra el cristal.
-¿Qué es exactamente lo que estamos buscando?-Preguntó distraido.
-No sé, cualquier cosa que nos pueda ayudar.
Ángel se dió la vuelta y empezó a ayudar a Marina, recorrieron toda la sala, ivestigando cada mueble, cada camilla, cada herramienta...Al final llegaron a una camilla que se encontraba en el fondo de la sala ocultada por la cortina blanca.
-Qué raro... Esta es la única que tiene la cortina echada.-Marina alzó el brazo, agarró la suave manta blanca y tiró.-¡Lo tenemos! ¡Tenemos el lugar del crimen!
Ángel miró sorprendido la camilla llena de sangre.
-Deberíamos de llamar a la policía.
-No, eso nos metería en más...-De pronto se oyó un ruido.
Marina y Ángel se giraron asustados.
-¿Qué ha sido eso?-El chico miró hacia todas partes.-Dime que ha sido un trueno...
-¿Hay alguien ahí?-Preguntó Marina alzando la voz.
No hubo contestación. Los dos amigos se alejaron de la camilla acercándose a la puerta de la sala.
-¿Qué coño...?-Marina obersvó como todas las cortinas ahora estaban hechadas y la puerta cerrada-¿Cerrastes tú la puerta al entrar?
-No
-Yo tampoco.
Los dos chicos corrieron hacia la puerta y tiraron con fuerza, pero nada, se encontraba cerrada.
-¡Joder!-Gritó Ángel
-¡Ayuda!
Yla puerta de repente fue abierta por alguien.
-¿Qué coño haces tú aquí?-Preguntó Marina.
Víctor se encontraba delante de ellos con una pequeña daga en la mano, pero no fue eso lo que hizo que Ángel sintiera miedo, sino aquella sonrisa tan alegre, similar a la de un payaso que se encontraba en su rostro.

()

Raquel sabía perfectamente que lo que estaba haciendo estaba mal y que Daniel no estaría de acuerdo con su acctitud, pero tenía que hacerlo, necesitaba hacerlo y ahora era el mejor momento pues Víctor no se encontraba en su habitación. Volvió a abrir otro cajón, así uno por uno, pero nada, siempre el mismo resultado. Se levantó, registró el armario y otra vez lo mismo: Nada de lo que buscaba. Esta vez miró debajo de la cama, salvo algunas pelusillas y revistas no encontró nada más. Asustada por si estuviera a punto de venir se asómo por el pasillo y volvió a adentrase en la habitación. Se mordió el labio mientras restegraba una mano sobre la otra, nerviosa sin saber donde más buscar. De pronto cayó en una cosa: Una de las maderas del suelo era de distinto color de las demás. Raquel se agachó, tocó con los nudillos de la mano y como suponía el sonido sonó hueco. Con una sonrisa en la mano levanto sin apenas fuerza el trozo de madera. En su interior se encontraba unn pequeño sobre que agarró con sus delicadas manos heladas por el frío invierno. Abrió el sobre con delicadeza, pero no le sirvió para nada: Tenía las manos tan asperas que se hizo un pequeño corte en el dedo, bañando una punta del sobre con un poco de sangre rojiza.
-Mierda.
Raquel se chupó la sangre y se la secó con su camiseta. Volvió a intentarlo y esta vez sacó el contenido del sobre. Eran fotos pero no fotos cualquiera, fotos de su hermano y él, fotos de...¿Joel?. Pasó de foto y esta vez se encontró una de Irene, siguío pasando y así encontrándose con fotos de Ángel, Marina, Aurora, Max, ella misma...Alumnos que no conocía o que conocía de vista. Siguió observando las fotos con atención si saber porqué Víctor tendría esas fotos. Raquel se paró en una que le llamó la atención, se trataba del profesor asesinado. La foto se encontraba tachada con una gran equis de color rojo.
-No...No puede ser-Susurró mientras su corazón latía más deprisa-No puede ser...
Volvió a revisar las fotos hasta que encontró la foto de Marina. ¿Cómo había sido tan estúpida de pasar por alto aquello? Miró asustado el gran circulo rojo que rodeaba la foto de Marina.
-Tengo que avisarla...-Se dijo mientras unas cuantas lágrimas empezaban a caer por su rostro.

()

-¡Yujuuuuuuuu!-Gritó Irene mientras cogida de la mano de Max dejaba caer su peso bajo la lluvia- ¡Gira! ¡Gira!
Max e Irene cogidos de la mano giraban bajo la lluvia soltando carcajadas sin cesar, sin importarles coger un resfriado. Irene sonreía sin parar, con una sonrisa permanente se dejaba llevar con el viento mientras las gotas de agua fría caían sobre ella y su novio. Los dos llegaron a la casa de los fénix. Irene hizo ademán de ir a su habitación pero Max le paró y señaló la suya. Irene le siguió contenta. Entraron a la habitación y empezarón a besarse dando pasos sin saber donde iban a acabar. Max guió a Irene a la ducha se introdujeron los dos con ropa en ella. Irene soltó una carcajada sonora.
-¡Te quiero!-Gritó
-Yo más cariño-Max apretó y encendió la ducha, enseguida el agua caliente empezó a caer del techo bañándolos.
Empezaron a besarse y Irene decidió que nunca dejaría escapar a Max. Besó sus labios deseados por muchas pero que solo le pertenecian a ella, besó su fuerte cuello, acarició su escultural pecho, besó cada parte de él, sabiendo que era para ella solita y para nadie más.
-Este es el momento más feliz de mi vida.
Max volvió a besarla.
-Pero podría ser más feliz Irene-Max se sacó una pequeña pastilla del bolsillo.
Irene le miró seria.
-Casi muero por esa mierda Max, ¿Qué quieres? ¿Acabar conmigo?
-Cariño no digas tonterias-Y le mordió la oreja- La última vez te pasastes pero por una no pasa nada, y lo sabes.
Irene siguió mirándole sin retroceder en su opinión.
-Venga, hazlo por mí, princesa, ¿Me quieres verdad?
-Sí, ¿pero tú a mí?
Max volvió a besarla pero esta vez salvajamente, acercó su cuerpo al de Irene, tan cerca que Irene podía sentir cada miembro de Max...
-Si te pasara algo yo moriría.
Irene cogió la pastilla y se la tragó en un segundo. No tardó en volver a reirse.

()


Joel caminaba bajo la lluvia. No le importaba el frío, no le importaba el viento. Le daba igual porque simplemente no eran mayor que el dolor que sentía. Sentía marchitarse cada parte de su corazón, cada parte de su alma se requebrajaba en dos y no podía aliviar el dolor. Patéticamente sólo le quedaba llorar y dejar que sus lágrimas se mezclaran con las gotas de lluvia. Alzó su rostro hasta el cielo y cerró los ojos. Como otros muchos dejó que la lluvia bañara su cara, su ojo morado por la paliza de su padre, estuvo así durante unos segundos como si deseara que el agua lo limpiase del dolor por completo. Le dolía el morado del ojo pero más daño le provocaba haber sido acusado de asesinato, más le dolía tener que abandonar sus estudios de medicina para ir al ejército, más le dolía saber que se estaba enamorando de alguien del que nunca habría pensado que podría pasar...
-¿Qué me está pasando?-Susurró entre lágrimas.


()

-¿Que coño haces tú aquí?-Volvió a susurrar Marina.
Víctor le miró manteniendo su sonrisa.
-¿Qué sucede? ¿Eres así de simpática con todo el mundo?-Dijo como si nada.
-¿Eras tú el que nos ha cerrado la puerta?-Pregunto Ángel tranqulizandose.
Víctor les miró extrañado.
-¿Cerrado?¿De qué hablais? Acabo de abrir la puerta-Víctor pasó entre ellos dos y se introdujo en la sala- Había reservado el quirófano de prácticas para esta hora.
Víctor señaló una hoja colgada en la pared.
-Mañana tengo exámen y tengo que hacer la autopsia a una rana.
Marina y Ángel se miraron.
-No sabía que se hacian practicas-Dijo Marina.
-Bueno será mejor que nos vayamos.
-Está bien-Contestó Víctor mientras dejaba la daga en una camilla y sacaba una rana muerta de un armario- Nos vemos mañana.
-Pásatelo bien con tu rana- se despidió Marina.
Y los dos chicos salieron de la sala sin pensarselo dos veces, aliviados pero aún con el corazón a tope.
Bajaron las escaleras a toda velocidad sin decir nada y recogieron sus paraguas.
-La última vez que te hago caso Marina.
Los dos abrieron los paraguas y se dispusieron a salir cuando alguien entró.
-Joder ¿Tú también aquí?-Dijo Marina a Zacarías.
-¿Qué pasa?-Dijo el chico mientras dejaba su paraguas- Tengo examen mañana y vengo a estudiar.
-¿Tú también medicina?-Preguntó Ángel.
-Criminología- Zack miro a Marina con una sonrisa- Había quedado aquí con Víctor.
-¿Víctor?-Zacarías asintió-Hace rato que ha llegado.
-Ah, bueno pues entonces os dejo chicos, hasta luego.
Zacarías empezó a subir las escaleras pero Marina le paró.
-¡Espera! ¿Puedo hacerte compañía? Es que no tengo nada mejor que hacer.
Zack dudó pero al final pronunció un pontente "Sí".
-¿Qué haces Marina?-Preguntó Ángel extrañado.
Marina le guiño un ojo y salio disparada hacia Zacarías.
-¡Ya hablamos mañana!

()

Irene se puso el albornoz y empezó a secarse el pelo cuando sonó el móvil de Max que se encontraba encima del lavabo. Miró a su alredor buscando a Max pero este ya se había salido del baño y le esperaba sentado en la cama ya seco con otro albornoz.
-¡Max...!-Le llamó pero se callo al ver el nombre de la persona que le había mandado el sms.
-¿Qué quieres cariño?
Irene dudó, no debería de meterse en la vida privada de Max ¿Pero para qué le habría mandado un sms aquella chica?
-No nada, ¡Ahora voy!
Finalmente abrió el sms de Aurora.

Max dond stas?
deja a la stupida
d tu novia y vn.
t spero en mi
cuarto. Aurora.


()

Ángel de camino a la base de los Féniz localizó a Joel. Se quedó contemplándolo sin entender que estuviera bajo aquella agresiva lluvia sin paraguas y sin chaqueta. Joel estaba sentado en el suelo sin moverse llenándose de barro.
-¡Joel!
Ángel se acercó a él, colocó su paraguas encima de los dos y de dió cuenta de que estaba llorando.
-¿Qué haces aquí Joel?
Joel le miró con sus ojos azules pero enseguida bajó la mirada. Ángel se percató de su ojo morado.
-¿Qué ha pasado?
Joel contestó entre lágrima.
-Problema familiares- Ángel le miró sin saber qué decir- Todo me sale mal.
Ángel se agachó y se puso a su altura.
-Venga vámonos a mi cuarto y hablámos.
-Seguramente me vaya de la univerdiad.
-¿Qué?
-Y eso no es lo peor
Joel volvió a alzar la vista y fijó sus ojos llorosos en los de Ángel. Sus ojos temblaban y lloraban, como la última vez que los vió Ángel. Suplicaban ayuda, gritaba auxilio. Era una mirada tan débil...
-¿Qué es lo peor?-Preguntó Ángel intentando atudarle pues él le había apoyado con todo lo de Irene y se lo merecía.
-Esto es lo peor- Y los labios de Joel mojados por la lluvia y por sus lágrimas chocaron con los de Ángel, pero no fue como el beso de Max, sino un beso delicado y suave, frágil y jugoso, tentador y tierno. Los labios de Joel se introdujeron con delicadeza por los de Ángel y se rozaron tan suavemente como una ciricia. Ángel notó como sus mejillas se llenaban de las lágrimas de Joel y dejó caer el paraguas. Pronto la lluvia fue testigo de aquel beso, pero no la única: Un hombre de aspecto mayor se acercó a ellos dos y los apartó bruscamente.
-¡Papá!-Gritó Joel.
-¡Cállate! ¡Tú no eres mi hijo!- Y le pegó un puñetazo haciendo que impactara contra el barro.
-¿¡Qué hace!?-Gritó Ángel empujando a Lucas.
Lucas se giró y miró con asco al chico pelirrojo, apretó su puño y descargó otro puñetazo contra Ángel que cayó también al suelo.
-¡Papá párate!-Gritó Joel enfadado-¡Esto no es lo que parece!
-¡CÁLLATE TÚ!-Lucas volvió a pegar a Joel, primero un puñetazo, luego otro...-¡TÚ NO ERES MI HIJO!
Ángel volvió a levantarse y pegó un puñetazo a Lucas pero este tan solo se tambaleó y volvió a pegar a Ángel, después cogió a su hijo del suelo, volvió a pegarle y esta vez le reventó el labio.
-¡TE VOY A SACAR DE ESTA PUTA UNIVERSIDAD! ¡TE VAS AL EJÉRCITO!
Y dicho esto Lucas se apartó, le miró con asco y le escupió. Despues se marchó bajo la lluvia hasta que desapareció por la niebla.
Ángel se acercó rápidamente a Joel, le cogió del a cabeza y le secó la sangre del labio.
-¡DESPIÉRTAME JODER!-Gritó Joel enfurecido mientras lloraba bajo la lluvia lleno de barro y sangre- ¡DESPIÉRTAME DE ESTA PUTA PESADILLA!
Ángel intentó besarle pero él se apartó.
-No te equivoques...-Susurró y empezó a andar alejándose de Ángel.

()

Raquel metió rápidamente todas las fotos, cerró el sobre y lo escondió de nuevo en la rendija que tapó con aquel trozo de madera que sobresalía y se dispuso a salir de la habitación de Víctor cuando se chocó con alguien en el intento.
-Víctor...
-¿Qué haces aquí?
Raquel se puso colorada y enseguida empezó a temblar.
-Yo-yo...quería pedirte perdón por lo de ayer... ya sabes, lo de la torta, fui una estúpida y no tenía razón para dártela. Lo siento.
-Oh, ya...-Dijo él con una sonrisa- Tranquila no pasa nada, anda siéntate y hablámos.
Víctor se sentó en su silla del escritorio e hizo un ademán a Raquel. Finalmente Raquel se sentó en la cama de Víctor y le dedicó una sonrisa falsa intentando suavizar la tensa situación.


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