sábado, 10 de octubre de 2009

Capítulo 5: Rompiendo el pasado.



-¿Y por qué tanta expectación para unas simples pruebas?-Preguntó Ángel mientras él e Irene iban bajando las escaleras hacia el primer piso.

-No sé, pero merece la pena ir tan solo por verme chillar.

Ángel sonrío para sí mismo.

-Además esta esa chica…Raquel, dije que iría a verla.

Cuando llegaron hacia al primer piso preparados para ir al sitio de los Cuervos Max salió del comedor principal de la casa que se encontraba en el primer piso y les detuvo.

-Oye Irene-Irene se paró y se giró para ver quien le hablaba- ¿damos tú y yo una vuelta juntos hacia los Cuervos?

Ángel siguió su camino y se paró en la puerta esperando a Irene.

-Bien-Contestó Irene con una sonrisa- Puedes venirte con nosotros, Ángel y yo íbamos ahora para allá.

Max carraspeó y se tocó su pelo rubio en un gesto nervioso.

-Me refería tú y yo solos, el pelirrojo no…

Irene enseguida captó la idea de Max.

-Ah, está bien, podemos dar una vuelto luego si te apetece, esta noche.

-Genial-Contestó Max

-Vale, ¡nos vemos luego, cuídate!

Dicho esto Irene continuó hacia la puerta donde le esperaba Ángel y salieron juntos de la casa.

()

Raquel estaba nerviosa, habían convertido unas pruebas de su propia casa, consideradas para ella personales, en un espectáculo y encima no sabía de qué trataba la prueba. Se asomó por la ventana de su habitación, no había mucha gente, pero la cuestión es que había y ya solo ese hecho le molestaba. Bajó las escaleras sin hacer apenas ruido, ligera como un gato y se acercó a la puerta que se encontraba abierta. De pronto sintió una presencia a su lado. No sabía como alguien se había colado a su derecha sin que ella se diera cuenta. Miró al chico de pelo negro oscuro, se fijó en sus ojos verdes y él pareció darse cuenta.

-No me gusta lo que está ocurriendo.

Raquel tardó un instante en darse cuenta de que le hablaba a ella.

-Ah, sí, a mí tampoco.

-Qué estúpida es la gente- Dijo mientras miraba a los alumnos que se acercaban, después se fijó en Raquel y puso cara de sorpresa como si se acabara de dar cuenta de que existía- ¿Tú eres…?

-Raquel, soy nueva ¿y tú?- Raquel acababa de preguntar una pregunta a la que no hacía falta respuesta, si la chica a la que se encontró el primer día estaba en lo cierto, éste debería ser el líder, era guapísimo sin duda.

-Soy Daniel, un placer Raquel.

-Encantada-contestó mientras su cara se ponía de un color rojizo.

Raquel observó como Daniel salía hacia fuera y empezaba a decir algo a la gente que apenas logró escuchar.

-Lo siento….No sé quien….pero no va a haber….

Los alumnos enseguida empezaron a despejarse, ya no tenían plan para la tarde. Ángel se preguntó que podría hacer, no conocía a mucha gente y tampoco había nada que hacer. Miró a Irene buscando respuesta, esperando que diese una ida o una solución para pasar las horas, pero como siempre Max que se encontraba a unos pasos de distancia se acercó a ella sin ni si quiera fijarse en él.

-Irene, ¡Qué mal lo de los cuervos!, ¿eh?, tanto para nada, pues ahora resulta que no va a haber nada podríamos ir a dar el paseo ya…solos- Ángel pareció oír un poco de énfasis cuando pronunció esa palabra- Así conoces mejor la universidad y eso.

-¡Vale!-Contestó Irene y se giró hacia Ángel- ¿No te molesta verdad?

Ángel miró a Max y después a Irene.

-No, ¿por qué me iba a molestar? Pásatelo bien- y le dedicó una pequeña sonrisa.

-Está bien, ¡nos vemos luego compi de habitación!

Ángel se quedó mirando como se alejaban Irene y Max por el camino que llevaba al edificio principal. Al cabo de unos segundos decidió que acabaría con las últimas horas del domingo escuchando buena música en su habitación tirado en la cama, pero su plan se fue al traste cuando Marina se acercó a él.

-¡Hola! ¿Eras…Ángel?

Ángel le saludó y le contestó. Resultaba que Marina también había venido y se había quedado sin plan.

-Imagínate, no conozco a nadie y la única amiga que tengo está muy extraña-Decía Marina mientas daban un paseo.

-Bueno, nos conoces a Irene y a mí.

-Cierto- Marina le dedicó una sonrisa deslumbrante- Y Ángel le miró con otros ojos, no se había fijado antes en Marina y ahora que lo hacía se dio cuenta de que era hermosa a su manera. Llevaba una sencilla camiseta negra, una minifalda blanca y unas zapatillas simples, su pelo rubio se encontraba sujeto en una coleta larga y rubia que le llagaba casi hasta la cintura. Por último Ángel se fijó en sus ojos acaramelados.

-Me gustan tus ojos-le dijo Ángel.
-Oh gracias, los tuyos también son bonitos ¿Grises?
-Eso creo.

Marina empezó a reírse y Ángel la siguió. Estuvieron un rato hablando cuando de pronto una chica de pelo castaño se acercó a ellos.

-Hola Marina.
-¡Hola!-contestó Marina sin poder esconder su sorpresa.-¿Qué haces aquí?
-¿No somos amigas?-preguntó irónicamente mientas miraba a Ángel- ¿No me vas a presentar a tú amigo?
-Me llamo Ángel-Se presentó él.
-Aurora, encantada, soy una buena amiga de Marina-decía mientas miraba a Ángel ignorando a Marina- Y los amigos de mis amigos son mis amigos.
Aurora sonrió y Ángel le devolvió la sonrisa forzadamente.
-Bueno…-Saltó Marina entre confusa y enfada- Creía que ya no éramos tan amigas.
Aurora pareció por fin en darse cuenta de que Marina estaba allí con ellos.
-Bueno…-Dijo Aurora repitiendo a Marina en forma de burla- No tengo la culpa de que hayas cambiado.
-¿¡Qué yo he cambiado!? ¡Si eres tú la que está extraña y borde desde que entramos!
-¿Qué quieres? ¡Si no paras de restregarme que tú has entrado en el grupo de los lobos y yo no!
-¿Qué qué? ¡Eso es mentira! ¡Yo no tengo la culpa de que no te cogieran!
Aurora bufó y Ángel dio un paso hacia atrás percatándose que estaba en medio de una pelea de titanes.
-¿Ves? ¡Otra vez Marina! ¡Nos paras de restregármelo! ¿Pero sabes qué? ¡Me da igual, quizá esto sea bueno para las dos, a lo mejor esto tenía que ocurrir.

Marina le miró decaída.

-¿Qué quieres decir?, ¿Qué es bueno que nuestra amistad se acabe? ¿Qué te de da igual que dejemos de ser amigas?

Aurora tardó en contestar pero cuando contestó su respuesta fue rotunda y demasiado dolorosa al venir de una mejor amiga de toda la vida, con la que había compartido todo, TODO.

-Sí.

Marina que acaba de flojear alzó la cabeza orgullosa y miró desafiante a Aurora.

-Pues que te aproveche en tu estúpido grupo de serpientes- Hizo ademán de girarse pero se arrepintió y volvió a mirar a Aurora- Una última cosa...

Aurora permanecía callada.

-Que te den.

Y dicho esto Marina se giró y siguió su camino. Ángel miró a Aurora y después fue detrás de Marina. Marina estaba a punto de llorar, sentía las lágrimas en sus ojos pidiéndole a gritos que las dejara caer por su rostro, pero Marina estaba decidida, no lloraría, no mostraría su debilidad, no al menos hasta que se alejase lo suficiente de Aurora, decidió que se guardaría sus lágrimas cuando estuviera sola, cuando nadie pudiera verla, como siempre.


()


Irene y Max se encontraban solos en la piscina de la universidad sentados en el borde con los pies a remojo.

-¿Entonces no tienes novia?
-No-contestó él.
-Pues será porque no quieres.
Max se rió.
-Digamos que no he encontrado a la chica perfecta.
-Nadie es perfecto-respondió Irene con una sonrisa.
-Tú pareces perfecta.
Irene empezó a reírse.
-¿Alguien perfecto haría esto?- y de pronto Irene cogió las manos de Max y se tiró al agua así arrastrándolo a él también.
Los dos cayeron al agua con un sonoro ruido seco.
-¡Estás loca tía!
Irene volvió a reírse con una sonrisa que enseguida contagió a Max..

()




-Gracias por acompañarme- agradeció Marina a Ángel.
-De nada- -contentó con una sonrisa- Si necesitas algo ya sabes.
-Gracias, nos vemos mañana.

Marina entró en la casa de los lobos y Ángel salió camino a casa de los Fénix, dispuesto ya a quedarse allí. Oyó un trueno y miró al cielo, estaba lleno de nubes oscuras y de pronto una gota le cayó en la cara. Ángel levantó el rostro hasta el cielo y dejó que el agua bañase cada parte de su cara. Cuando empezó a llover más fuerte salió corriendo hacia la primera casa que vio, se puso a reguardo bajo el porche de la casa de los Águilas, no muy lejos de la casa de los Fénix. Enseguida otro muchacho entró corriendo al porche para salvarse de la lluvia también.

-Pff…Qué mala suerte.
-A mí me gusta-contestó Ángel
El chico de ojos azules claros y pelo rubio oscuro, algo largo despeinado y con mechones rebeldes miró a Ángel, se fijó en que era pelirrojo, ya había oído hablar de él pues era el único pelirrojo de la Universidad.
-Me llamo Joel, soy de los Lobos-Y el chico le tendió la mano.
Ángel no tardó en estrechársela.
-Yo Ángel, Fénix.
-Bueno no nos quedará otro remedio que quedarnos aquí un buen rato hasta que cese la lluvia.
-Vaya domingo… ¿Y qué podemos hacer?
Joel rió fuertemente con una risa juvenil enseñando sus dientes blancos. Ángel se fijó en los colmillos de su boca, más grandes de lo normal, unos dientes caninos. Joel se sentó en el suelo con las piernas cruzadas.
-Podemos hablar.
Ángel le dedicó una sonrisa mientras que se sentaba enfrente de él.
-Vale, no tengo nada mejor que hacer.

()



Había llegado la noche y la casa de los cuervos estaba totalmente oscura menos por una pequeña vela que alumbraba el salón principal. Estaba todos los alumnos reunidos alrededor de un tablero con un cuervo negro dibujado en el centro. Raquel sabía perfectamente que era la prueba de inicio, de aceptación. Daniel se encontraba dirigiendo el ritual, en silencio cogió un cuchillo, y se hizo un pequeño corte en el dedo, después restregó su sangre en el cuervo negro del tablero. Así turno por turno fueron haciéndolo todos hasta que llegó el turno de Raquel. Raquel dudó, pensó que eso en su vida anterior no lo hubiera dudado nunca, no lo habría hecho, sus padres no se lo hubieran consentido. Pero pensó que ellos ya no estaban aquí, y que ahora las reglas las ponía ella, consideró que era un hecho de rebeldía, un hecho que demostraría el principio de su nueva vida. Cogió el cuchillo, el filo afilado paso por la yema de sus dedo ágilmente y con delicadeza provocándole un pequeño corte en su dedo, la sangre roja empezó a brotar de la herida y finalmente restregó la sangre en el cuervo negro mezclándolas con las demás.

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