domingo, 11 de octubre de 2009

Capítulo 7: Con mal pie


Irene se alejó con Ángel hacia las aulas dejando a Marina en compañía de su ipod, estaba alegre, eufórica y maravillosa, sin embargo, aún no había hablado con Max sobre el siguiente paso... ¿un beso significa directamente compromiso en el sentido liberal de la palabra? ¿significaba que estaba saliendo con Max? Decidió que solucionaría sus dudas al salir de clase -ya se había saltado la primera, no empezaban con buen pie.
-Bueno yo me voy por allí.- dijo Ángel despidiéndose de Irene.
-Luego nos vemos. Espérame para comer ¿eh?
-De acuerdo.
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Raquel entró en su clase aparentando normalidad, como si el numerito de la basura nunca hubiera ocurrido, mientras buscaba una mesa en la que poder sentarse sola, su mirada se cruzó con una familiar: Víctor estaba allí, le alegró ver a su nuevo amigo quien le animó a sentarse con él aunque ella hubiera preferido sentarse sola: no quería unirse demasiado a nadie ni empezar una relación de estricta amistad con niguno de sus compañeros.
-No fue para tanto la prueba ¿verdad?
-No, la verdad es que no...- contestó animada.
-Daniel a veces es un exagerado...
-Pareces un cobra hablando así.- La respuesta de Raquel fue tan dura y cortante que Victor se quedó mirando sus apuntes casi avergonzado. Raquel en seguida se arrepintió, pero el profesor había llegado pidiendo silencio y no pudo disculparse. Se avergonzó un poco de sí misma, prácticamente había insultado a uno de sus pocos conocidos de la universidad porque éste había dicho lo que pensaba de Daniel ¿tanto le iba a afectar en su nueva vida? Se prometió a sí misma que era la última y única vez que volvería a pensar en Daniel, si le veía por algún pasillo simplemente le ignoraría, como hacía con todos, no se escondería.
Finalizó la clase y Victor recogió su portátil rápidamente, pero Raquel se le adelantó.
-Siento lo de antes.
-Tranquila- dijo sin mirarle a los ojos- a veces me olvido de quién es mi hermano.
Se alejó dejando a Raquel confusa...¿Victor y Daniel hermanos? nunca lo hubiera imaginado, no conocía demasiado a Daniel pero juraría que su carácter no tenía nada que ver con el de Victor.

( )

Marina apagó con melancolía el reproductor de música y entró en el aula, más imponente que nunca. Se sentó en una de las pocas mesas que quedaban vacías y encendió el portátil, pronto entendió que no debería haberlo hecho, el profesor de teoría de la audio comunicación era prácticamente un incompetente y casi patético, durante la escasa explicación -apenas quince minutos- repitió exactamente lo que ponía en el libro de texto entonces, ¿para qué necesitaban un profesro?, además de repetir incansablemente las que serían sus únicas palabras propas: "¿se entiende?" "no sé si me explico..." A Marina le entraban ganas de responderle: "no, no te explicas, ojalá te atropelle un camión y nos pongan un profesor que no se trabe a cada sílaba" pero no quería que hubiera ningún lío en su día tranquilo; aunque su plan se fue al garete cuando les mandó que hicieran los ejercicios que proponía el libro durante la media hora de clase que quedaba, como si estuvieran en primaria. Entonces Marina levantó la mano indignada.
-¿Sí, señorita?
-Creo que no me ha quedado muy clara la explicación del libro.
-Pero ¿qué es lo que no se entiende? si lo pone perfectamente- y procedió a leérselo.
-¡Ah! ¡Mucho mejor! El problema estaba en que yo no sabía leer...
-Un poco de respeto.- Dijo con escasa autoridad.
-Le respetaré cuando usted deje de hablarnos como si fuéramos bebés.
-Fuera de mi clase, hasta que decida si quiere sacarse la carrera o ha venido de juerga.
Tras esto recogió sus cosas y salió del aula enfurecida, ¿dónde estaba el prestigio de la universidad? con profesores así lo dejaban al nivel de la mierda.

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Por donde quiera que iba Raquel oía la historia de la pelea del profesor de Teoría de la audio comunicación y Marina, algunos pensaban que Marina solo quería llamar la atención y otros que alguien tendría que haberle dicho las cosas claras hace mucho tiempo a ella, para ser sincera, le daba traía sin cuidado lo que hiciera o dejara de hacer la gente. Finalmente alcanzó la cafetería y vio a Irene y a Max por un lado compartiendo saliva, luego más alejado, en un rincón, estaba Ángel comiendo con tranquilidad, se acercó y se sentó con él.
-Menudo día...-comentó.
-Sí, parece que todos empezamos con mal pie...
-¿Cómo?
-Marina se pelea, yo e Irene se salta la primera hora, a mi me ignoran y tú te escondes tras los cubos de basura...
-¿Cómo sabes eso?- Preguntó entre confundida y avergonzada.
-Te he visto- confesó divertido- creo que hasta te entiendo.
-Seguro que a ti no se te da tan bien lo de esconderte.
-No, no mucho- admitió riendo. Ángel nunca conseguía dejar de ser el centro de todas las miradas cuando entraba en algún lugar, sin embargo, estaba seguro de que con el tiempo la gente se acostumbraría y dejarían de mirarle tanto. Al terminar la comida, se despidió de Raquel y salió a buscar a laguien de su clase para que le pasara los apuntes de la primera hora, pero su propósito se difuminó cuando Joel se acercó a él con seguridad.
-Oye ¿dije ayer algo que te molestara?
-¿Qué?- preguntó Ángel que le había pillado desprevenido y aún no había asimilado la información- ¡Ah! No, no, tranquilo.
-¿Seguro? No quiero malos rollos con nadie y si te molestó algo lo siento...
-No, no pasa nada, en serio.- Respondió con tranquilidad pero en el fondo le agradeció la preocupación.
-¿Para dónde vas?- preguntó más tranquilo.
-Al campus de medicina, tengo una clase allí dentro de media hora.
-Te acompaño, yo tengo todas mis clases allí- dijo alegremente.

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Irene se encontraba en un estado de ingravidez completo, lo que no era bueno para sus estudio y ella lo sabía pero estaba tan a gusto con Max que no podía pensar en otra cosa, cuando lo vio al salir de clase, Max estaba un tanto preocupado: no sabía como tomarse la repentina separación de ayer, Irene le calmó diciendo que no besaba tan mal.
-Y eso ¿qué quiere decir?- le preguntó durante la comida.
-¿Tú qué crees?- dijo acercándose y besándole en la mejilla. A Irene no le gustaba pensarse mucho las cosas, y en esta ocasión no iba a hacer una excepción: Max le gustaba y no quería perder la oportunidad de ser feliz... más feliz.
Durante las clases de la tarde no estuvo muy atenta, había quedado con Max en ir a esperarlo al aulario principal donde daba sus clases de derecho, y se le hacía eterno, intentaba concentrarse y se obligaba a sí misma a prestar atención, cuando se descubría pensando en otra cosa se enfurecía: había sido ella la que había convencido a sus padres para que la apuntaran a la universidad y, aunque no les suponía un gran esfuerzo económico, querían que su hija aprovechara la oportunidad. Se prometió que no dejaría sus estudios para el último momento como solía hacer en el instituto, ¿conseguiría compaginar sus momentos de extremada felicidad con los de infinito aburrimiento?

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Marina, intentaba desaparecer de la faz de la tierra, la pelea le había granjeado numerosos acosadores, si estuviera en el instituto y Aurora siguiera siendo su amiga, esto supondría una gran ventaja, pero no era así y tenía que admitir ante ella misma, por mucho que le doliera, que era mejor así. Se sentía algo sola y marginada, a pesar de sus nuevos amigos, le faltaba la seguridad que le proporcionaba la presencia de Aurora. Acababan de terminar las clases del primer día y tenía un nundo en el estómago, todo parecía salirle mal.
Se tumbó en la hierba, conectó el ipod y encendió un cigarrillo... se había propuesto dejarlo nada más empezar la universidad pero ya que ninguna de sus predicciones parecía cumplirse...
De repente se le acercó un chico demasiado perfecto para su gusto y le pidió fuego, se quedó navegando en sus ojos verdosos durante un buen rato antes de reaccionar, su pelo castaño claro, hacía juego a su cara de niño adolescente que no debería crecer.
-Te has pasado un poco esta mañana- comentó.
-¿Estabas en mi clase?- preguntó asombrada, el chico asintió.
-Soy Zacarías.
-Exploté... Llevo una mala racha ¿sabes?
-Tranquila, todos pensamos igual. Cuando te fuiste invitó a salir a todos los que pensaran como tú, yo hubiera salido pero, al fin y al cabo, es él quien pone las notas...
-Supongo que sí.- Dijo Marina que no lo había pensado, ahora tendría que esforzarse el doble para aprobar.- ¿Te importaría pasarme los apuntes? No voy a volver a ir a Teoría de la audio comunicación hasta que cambien de profesor.
-Claro.

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