martes, 6 de octubre de 2009

Capítulo 1: Bienvenido a La Univ.Beasts.


Estimado **** **** Ángel,
Le escribimos esta carta como contestación a su solicitud de plaza en éste, nuestro prestigioso centro, La Universidad Beasts.
Le damos las más sincera enhorabuena: Ha sido aceptado.
Ya es un alumno más de nuestra querida familia. Esperamos que sepa aprovechar esta gran oportunidad que tanto yo como mis compañeros de Beasts le ofrecemos.
Un cordial saludo:


El director.
J.M. Vega




Ángel arrugó la carta entre sus manos con apenas fuerza y no tardó en tirarla a la papelera. Se levantó y se dirigió al baño de su habitación no antes sin parase un segundo en mirar, como siempre, la foto que colgaba de la pared: Él y su padre sonrientes.
Suspiró.
Cuando llegó al baño abrió el grifo así dejando caer un chorro de agua fría para despejarse, se enjuagó la cara y se echó los mechones de pelo que caían por sus ojos hacia atrás. Después se miró en el espejo, fijó su mirada en su rostro pálido y pecoso, en su cabello pelirrojo, rojo como la propia sangre y luego en sus ojos grises claros, finalmente murmuró un pensamiento en voz baja:

-Lo hago por ti… papá.



()


-¿Esto no es como un sueño?-preguntó Marina a su amiga mientras su larga y brillante cabellera rubia revoloteaba por culpa de una pequeña ráfaga viento.

Aurora no contestó, Marina sabía perfectamente su contestación. Desde pequeñas habían soñado con esta oportunidad y al fin, delante de ellas se encontraba la admirable Universidad Beasts. Ni mucho menos era como la pintaban las revistas; era mucho mejor, más grande, más impactante, más impresionante sin duda.
-Pellízcame-Susurró Aurora.
Marina dejó salir una cantarina risa.
-Mejor te pego un puñetazo que será más efectivo.
Las dos empezaron a reírse a la vez y se dieron un pequeño abrazo. Marina se acercó a la puerta de la verja, en la entrada del campus y cogió un folleto.
Desplegaron el folleto que resultó ser un mapa de la universidad, en el centro se situaba el edificio principal, donde se daban las clases y al alrededor, en todo el terreno llamado campus se situaban las diferentes casas de los alumnos de primer y segundo año de cada grupo, que contaban con tres pisos, y además en el mapa estaba dibujado un símbolo encima de cada casa para especificar a qué grupo pertenecía. Marina encontró enseguida un pequeño lobo dibujado. El grupo en el que ella y su amiga siempre habían deseado entrar desde que tenían apenas conciencia.
-Sí…-Dijo Aurora.
-¡Sí!- Contestó Marina con una sonrisa deslumbrante.


()

Irene no quería llegar tarde pero aún así no lo había conseguido. Cuando entró en el Salón de actos del edificio principal el discurso ya había comenzado. Josep Manuel de la Vega, el director de cuarenta y cinco años, estaba dando un discurso. Irene se retiró la larga caballera morena y ondulada del rostro y miró por toda la sala hasta que divisó un sitio vacío al lado de un chico pelirrojo que vestía una sudadera negra y converse rojas.

-A partir de ahora ésta es vuestra casa, sed bienvenidos-hubo un breve aplauso y Josep prosiguió sonriente desde detrás del atril- Ahora, como ya sabéis tenéis que buscar un grupo que os represente. Si no tenéis grupo no sois nada, recordadlo. Hoy es viernes, tenéis dos días, hasta el lunes para encontrar un grupo y para que os adaptéis a la Universidad. Os recuerdo que mañana será la fiesta de bienvenida. Disfrutad del fin de semana.

Al terminar el discurso los alumnos empezaron a salir ansiosos, otros se acercaron a Josep y empezaroan a hablar con él.
-Soy Irene.
-¿Qué…?
-Que me llamo Irene.
El chico pelirrojo miró a la extraña chica que se había sentado a su lado, fijó sus ojos claros en el color verde intenso de los de ella.
-Ah…
En el rostro de Irene se dibujó una sonrisa picarona.
-¿Y tú?
-Ángel.
-Encantada.
Irene se levantó y espero a que Ángel hiciese lo mismo. Empezaron a caminar hacia la salida. Se pararon en la puerta y ambos echaron una mirada al campus. La chica volvió a hablar.
-¿Y ya tienes grupo?
-No, aún no.
Irene sacó un pequeño mapa de la universidad.
-¿Empezamos la búsqueda?
Ángel se rió.
-Venga.
()

¿Por qué? Esa era la pregunta que rondaba por la cabeza de Raquel, ¿Por qué tenía que venir a esta Universidad? Miró a su alrededor, el campus estaba lleno de vegetación bien cuidada y había casas por todas partes. Volvió a mirar el mapa, miró la posición de la base de “Los Cuervos” para asegurarse de que iba por el camino indicado. Mucho antes de entrar había hablado con un chico perteneciente a ese grupo, le había dicho que alguien como ella encajaba perfectamente con ellos. Raquel se había fijado en él, y después llegó a la conclusión que era un chico aparentemente tranquilo, además tenían fama de solitarios, eran algo misteriosos, seguramente sería la casa más apropiada para ella.
-Perdona.
Raquel se giró hacia donde provenía la voz. Una chica morena, se encontraba delante de ella.
-¿S-Sí…?-Preguntó mientras se sonrojaba.
-¿Me puedes decir dónde está la casa de Los Cuervos? No tengo mapa y… el líder es guapísimo- La chica levantó las cejas cuando dijo esto y después empezó a reíse.
Raquel le miró con sus grandes ojos azules, unos ojos demasiados grandes para su cara, dudó un instante y después contesto segura de ella misma.
-Es por allí.
-¡Gracias!
La chica se fue a paso rápido hacia la dirección que le había señalado la chica vergonzosa de pelo oscuro y corto. Raquel se preguntó cuánto tiempo tardaría la chica en darse cuenta de que la dirección que le había dicho era falsa.
Raquel no tenía ninguna ganas de entrar en la Universidad pero ya que lo hacía decidió que lo intentaría pasar “pasable”.
Siguió su camino y no tardó en llegar a la casa de Los Cuervos.


()

Ángel se pasó la mano por su despeinada cabellera roja, y se quedó mirando una casa a lo lejos. Según en el mapa era la casa de Los Cobras, unos de los grupos más conocidos de la Universidad. Miró hacia la puerta donde se encontraba un grupo de chicos que se reían apasionadamente. Uno le miró desafiante y después dijo algo que Ángel no pudo oír a sus compañeros y acto seguido todos estallaron a carcajadas limpia. Ángel creyó leer en los movimientos de sus labios algo como “Pelo zanahoria”. De pronto alguien chocó contra él casi haciendo que perdiera el equilibrio.
-¡Eh tú enclenque!, ¡Mira por dónde vas!
Cuando Ángel se dio cuenta de lo ocurrido ya alguien había contestado por él.
-¡Aplícate el mismo cuento, capullo!- Gritó Irene al chico moreno que iba corriendo.
El chico ni siquiera se giró para contestar, sacó el dedo índice en forma de insulto y siguió hacia delante hasta llegar a la casa de Los Cobras.
-¡Guau!, alguien con ese carácter nos vendría bien en nuestro grupo.
Irene y Ángel se giraron hacia la casa que había detrás de ellos.
-Jajaja, no lo dudes-Contestó Irene en broma.
El chico era rubio, con ojos marrones y lucía un físico envidiable como resultado de muchas horas de gimnasio.
-No hagáis caso a ese, todos los Cobras son unos estúpidos.- Miró hacia la casa de los Cobras y después volvió a concentrar su atención en Irene- Soy Max, el líder de los Fénix, ¿Qué me dices? ¿Te gustaría entrar?
-¡Claro!-Contestó Irene de inmediato, cogió a Ángel de la mano y se acercó a la casa.
Max al ver lo que pretendía saltó enseguida:
-Un momento, te he dicho sólo a ti, el pelirrojo no entra en la oferta.
-Pues si no entra él yo tampoco, somos un pack.
Max resopló y esperó pero Irene no se retiró y Ángel menos, ya que su objetivo desde el principio era entrar en ese grupo.
-Está bien...
Irene y Ángel no tardaron en traer su equipaje hasta su nuevo hogar. Ahora formaban parte de los Fénix. Les había tocado una acogedora habitación compartida en el segundo piso, con dos camas de aspecto cómodo, un escritorio de madera al igual que el armario y un pequeño cuarto de baño. Lo que más le gustó a Irene fue la gran ventana con buenas vistas. Nada más en colocar sus pertenencias y hacer la habitación habitable Ángel se dirigió al baño a darse una ducha. Se quitó las zapatillas, la sudadera, la camiseta, los pantalones... y se miró en el espejo. Llegó a la conclusión que necesitaba tomar algo de sol. Se metió en la ducha y dejó que el agua caliente recorriera su cuerpo, primero las gotas de agua empezaron por su rostros, después el pecho, la cintura, las piernas y finalmente desembocaban en sus pies. El agua caliente era reconfortable y le quitó el frío del cuerpo causado por el mes de septiembre y por este primer día. Cerró los ojos dejando que la oscuridad le invadiese la vista por completo, después se concentró en el caer del agua, en ese extraño sonido acompasado y relajante y finalmente dejó que sus pensamientos fluyeran con lógica por su cabeza, asimilando la nueva vida que le esperaba a partir de ahora.

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