sábado, 7 de noviembre de 2009

Capítulo 21: Un mechón de pelo


Parecía que su corazón dejaba de latir, parecía que nunca volvería a la normalidad, nunca volvería a ver a Joel y eso parecía haber convertido a Ángel en un muñeco triste, sin vida, un muñeco sin sentimientos.

-¿Ángel estás bien?-Preguntó Zacarías al observar la reacción de este.

Pero Ángel no respondió, parecía que ya no podía escuchar las palabras de Zacarías. Comenzó a andar sin destino aparente, con la mirada perdida en las nubes del cielo, un cielo que jamás había visto, quizás por lo ocurrido, pero para él era el cielo más triste que había visto nunca.

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Raquel corría por el campus, después de que Daniel no le hubiera prestado atención por la desaparición de marina esta había ido de nuevo en busca de su amiga.
Se había parado para mirar cada una de las clases, en la cafetería, por el campus e incluso se había colado en varías habitaciones de los cuales los propietarios eran amigos de esta.

Nada, era como si la tierra se hubiera tragado a Marina, era como si nunca hubiera puesto el pie en esa universidad.
Pero entonces Raquel cayó en algo, no había visto a Marina en todo el día, pero tampoco había visto a Víctor.
Salió de nuevo hacia la habitación de Víctor, sabía perfectamente que él no le haría daño, así que no corría ningún peligro.

Pero por el camino se chocó con Zacarías.

-Zacarías, ¿Has visto a Marina?-preguntó Raquel entre suspiros.
-Marina… No la e visto desde esta mañana, en el laboratorio de medicina.

Raquel abrió los ojos como platos, había mirado en el edificio de medicina, pero no había entrado en el laboratorio, ya que estaba cerrado con llave.

-Zacarías ¿Tú tienes una llave del laboratorio?
-Claro que sí, todos los alumnos de medicina tenemos una llave, se acercan los exámenes y nos la dieron por si queríamos practicar…
-¿La tienes encima?
-Claro…
-¡Ven conmigo!-Dijo Raquel mientras Coria a Zacarías de la mano y salía corriendo hacia el edificio de medicina.
-¡Raquel! ¡¿Qué haces?!
-¡MARINA ESÁ AHÍ! ¡CON VÍCTOR!

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Aurora caminaba por el campus, pensando en las musarañas, o eso parecía…
Estaba planeando cómo podía hacer que Max e Irene rompieran, así Max sería al fin suyo y de nadie más.
Miraba la pantalla de su móvil, que reflejaba un mensaje a medio escribir, un mensaje destinado a Irene.

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-Dame otra Max.-Decía Irene mientras se tiraba encima de este en busca de una pequeña bolsita de plástico transparente.
-Irene estate quieta, solo te la daré cuando “yo” quiera…
-¿Y cuando me la vas a querer dar?-Dijo Irene mientras se escurría por los brazos musculosos de Max.
-Cuando me hagas un pequeño favor…

Max bajó la mirada hacia la cremallera de su pantalón, dejando por aludida a Irene que comenzó a bajar lentamente.

-Si lo hago… ¿Me darás otra?
-Por supuesto cariño…

Irene comenzó a desabrochar en pantalón de Max, y empezó a besar los abdominales de él, bajando lentamente.
Haciendo que Max ahora tumbado en su cama, comenzara a gemir de placer.

()

Ángel estaba tumbado en su cama, con los ojos cerrados, fantaseando en un mundo perfecto, un mundo donde lo tenía todo, un mundo donde estaba Joel.
Las lágrimas empezaron a salir de nuevo al recordar su nombre, al recordar sus ojos azules, su pelo rubio, cuando le había defendido frente a Max, cuando estaban en la recepción de el hospital, cuando lo besó por primera vez, y cuando se volvieron a besar…
Ángel se levantó de la cama, cogiéndose la cabeza con las manos, e intentando ahogar su llanto. No podía vivir sin él, no podía vivir sin la persona más importante que había ocupado su vida.
No podía seguir así, ¿Qué estaría haciendo Joel ahora…?

Ángel se comenzó a desnudar rumbo hacia el baño, y abrió el grifo de la ducha, dejando que las gotas de agua impactaran contra su piel, ¿Cuántas veces había echo lo mismo?¿Cuántas veces había abierto el grifo de la ducha para desconectar?
Pero ahora era diferente, esta vez las gotas de agua no le ayudaban, esta vez no podían limpiar sus pensamientos, no podían resbalar sobre su piel hasta perderse entre las tuberías.
Ángel golpeó la pared de la ducha con su puño, y empezó a caer apoyando su espalda en la pared. Volvió a agarrar su cabeza entre sus manos, con tanta fuerza que juraría haberse arrancado varios mechones de su pelo rojizo.

-¿Por qué? ¿Por qué, joder?-Susurró mientras sus lágrimas se mezclaban entre las gotas de agua que caían de la ducha.

()

-Es aquí…-Susurró Zacarías mientras entraban en el edificio de medicina.-¿Qué tenéis todos en contra de Víctor?

Raquel evadió la pregunta de Zacarías mientras avanzaban por los pasillos directos a el laboratorio, donde Raquel creía que estaba Marina.

-Raquel… es un chico normal y corriente, tú misma deberías entenderle más que nadie.
-Creo que le conozco más que tú Zacarías, no deberías hablar de las cosas que no sabes…
-Y ¿qué es lo que no sé?
-Que Víctor en es asesino del profesor ese… y que ahora va a por Marina…

Zacarías y Raquel llegaron a la puerta del laboratorio, y Zacarías comenzó a buscar la llave de la puerta dentro del bolsillo de su pantalón.

-No creo que debas decir esas cosas sin pruebas…
-Voy en busca de esas pruebas Zacarías, y las voy a encontrar…

Zacarías entró en la habitación seguido por Raquel, que comenzó a observar las cortinas blancas que ocultaban las camillas donde se realizaban las pruebas.

-¿Qué hay que buscar?-Preguntó Zacarías mientras empezaba a correr todas las cortinas de la sala.
-A Marina…

Raquel empezó a buscar por los armarios de el aula, quizás Víctor la había atado y amordazado, quizás estaba inconsciente.

-Pero si seguramente estará por ahí con algunos amigos….Decía Zacarías mientras seguía corriendo las cortinas una a una, hasta que al fin solo quedaba la última.

Raquel seguía abriendo los armarios, buscando cualquier cosa, cualquier cosa que les llevara asta su amiga.

-Raquel, ven aquí un momento…

Raquel se giró hacia donde estaba Zacarías, que estaba en pie frente a la última camilla. Esta se levantó casi corriendo y se dirigió hasta su posición.

-¿Qué se supone que es esto…?-Decía Zacarías señalando con su dedo índice a varios mechones de pelo rubio esparcidos por toda la camilla, algunos de ellos recubiertos por un poco de sangre.

Raquel se acercó más y cogió varios mechones observando el pelo cuidadosamente.

-¿Crees que puede ser de Marina…?
-No lo sé…

-¡¿QUÉ HACEIS AQUÍ?!

Zacarías y Raquel se giraron bruscamente hacia la puerta de entrada, de donde había provenido esa voz, una voz muy conocida para Raquel.

-¿Qué haces tú aquí…?-Dijo Raquel con cara de sorpresa, observando a la persona que estaba de pie observándolos desde la puerta.
-Daniel…-Dijo Zacarías-tú no deberías estar aquí, ni siquiera das medicina…

Zacarías contemplaba con inseguridad a Daniel, que los miraba serios, abanzó hasta una de las camillas y se apoyó en ella.
Sus ojos azules resaltaban en la camisa blanca que llevaba, eso era lo único que podía ver Raquel, al chico más bello que jamás había visto, todo lo contrario que veía ahora Zacarías.

Un verdadero sospechoso.

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